domingo, 15 de noviembre de 2015

Ruinas

De las ruinas nada…, bueno, quizás un poco de polvo, uno que otro bicho y una tonelada de nostalgia, que los sepulta, cada vez más cerca del olvido. Antes no ocurría nada que se escapara de su vista, control y capricho. Ahora están ciegos y mutilados; incapaces de elevarse sobre nuestras cabezas, impotentes ante su orgullo y arrogancia, como infantes que no se soportan ni con sus propias piernas.
            Más allá del cielo duerme el polvo y el gas cósmico que les arrebató el milagro divino, junto al yelmo de Atenea. El incandescente aro de Apolo se oculta tras las nubes negras, que disipan el fulminante rayo de Zeus, mientras la esencia de Afrodita se hunde en los abismos más profundos del Tártaro, presa cruel de su hedonismo. Poseidón agoniza en un mar de aceite y fuego, donde flota el cadáver de Urano y Gea, ante la mirada ciega de la Gorgona mutilada y el Coloso dormido.
            Ya no hay plegarias al viento, no corre la sangre ni el vino en honor a Ares y Dionisio. Sólo carne y huesos rotos, como si el mismísimo Cronos se hubiese vengado de todos, a través de sus hijos preferidos: “los humanos”. Quiénes ciegos y arrogantes, como aquellos que pisaron alguna vez el Olimpo, aún no nos hemos enterado de nada, y actuamos como los autómatas de Hefesto, bajo un mismo latido, una sola marcha, segundo a segundo, pisada tras pisada, hasta las puertas del Hades.

En pos de nada…, bueno, quizás un poco de polvo, uno que otro bicho y una tonelada de nostalgia que nos sepulta, cada vez más cerca del olvido.          

No hay comentarios:

Publicar un comentario